Los cuatro jóvenes con un extraño cóctel de sueños están estrenando las cómodas butacas de primera clase. La aerolínea internacional les esta tratando como a verdaderos reyes.
Apenas han tomado asiento, la bellísima azafata no se demora en obsequiarles un refrigerio.
Aún en la pista, mientras saborean de todo aquel éxito novedoso, el bajista sufre un rápido destello de recuerdos que lo empuja a hilvanar la memoria de sus rústicos comienzos.
Como un mensaje encriptado en una extraña sensación de nostalgia le vienen algunas imágenes de ese querido tiempo, donde la fe sencilla había sido el motor de aquella “loca empresa” de anunciar las Buenas Nuevas a través del rock.
Él lo sabe: ésta exitosa banda hoy dista mucho de aquella de sus comienzos.
Nadie duda del emergente profesionalismo que se hace evidente en su último disco. Han logrado superar los antiguos errores que solían ejecutar con reiterada torpeza en aquella improvisada sala de ensayo, donde todo comenzaba y terminaba con una sincera plegaria.
Por un momento, el bajista se observa deformado en el reflejo de los lentes espejados del enérgico baterista, que no deja de contar chistes un tanto oscuros.
Definitivamente no son los mismos.
El buen mercadeo de su último lanzamiento, y el azaroso éxito de un par de hits radiales, les han ubicado en un mejor estante dentro de la vitrina de la “música cristiana”.
Ha pasado “mucho agua debajo del puente”. Tanta que parecen haberse aguado sus mismos corazones.
Lo que en un comienzo fue un sueño de fe sin mancha, un regalo divino, hoy se ha convertido en una máquina ambiciosa de conquista seducida por la inercia pura de la vanagloria.
«Llegaremos muy alto para Cristo», solía decir el bajista cada vez que anticipaba el asomo de un nuevo escalón; pero algo le estremece hoy, justo hoy, cuando comienzan a “llegar arriba”.
En su mente se entremezclan las palabras y recuerdos, y por un momento siente haber pronunciado alguna vez «subiré a lo alto», como una frase soplada por la serpiente antigua. De todas formas, disimula ante sus compañeros que bien disfrutan el éxito.
Estos cuatro amigos ya han acuñado muchas frases triunfalistas evangélicas del tipo slogan. Éstas no sólo les han concedido el aplauso de muchos líderes, sino que al mismo tiempo les han permitido narcotizar sus adormecidas conciencias respecto de sus vidas espirituales. Incluso se sabe que están clamando a Dios y a los cuatro vientos por un Grammy Latino, habiendo remplazado completamente su oración por las almas perdidas.
La gran rueda del mercado los ha devorado, y el bajista parece despertar justo hoy. Han llegado a ser tan esclavos del show como aquellos secuestrados gladiadores del circo romano bajo pena de muerte en siglos anteriores.
El avión ya ha despegado. Los cuatro amigos de la banda mullidos en primera clase se miran. Sus miradas son alegres, pero sus pupilas están cada vez más vacías de trascendencia. Su próximo destino será el Viejo Continente. No hay duda de que esta será una escala ascendente en sus carreras artísticas.
Momentos antes de zarpar, la banda estuvo deliberando acerca de cuánto debería subir su tarifa por recital luego de esta gira por Europa.
«El obrero es digno de su salario», es lo que suele afirmar el líder de la banda con mirada sugestiva cada vez que atiende los asuntos comerciales. Es lo que ha querido mencionar el bajista, cada vez que se hace la debatida repartida de dinero para cada uno.
Ya están a unos diez mil metros de altura sobre el océano atlántico.
El teléfono del líder de la banda suena, es su manager. El diálogo es muy corto y conciso. El bajista podría redactar esa conversación por escrito si hiciera falta, aunque no logra escuchar nada. Ha presenciado varios de estos negocios.
Al parecer un conjunto de iglesias asiáticas, ávido de música latina, está interesado en sus servicios luego de su gira por Europa.
Allí en las alturas del aire, en la soledad de sus vidas íntimas, despojados de protocolos religiosos y de toda postura piadosa, las palabras son elocuentes. No es necesaria una reflexión, ni mucho menos una oración. Líder y manager, congregados en la línea telefónica, obvian al unísono todos los detalles “románticos evangelizadores” y se centran en lo más importante: la “ofrenda”.
Al parecer, los pastores y líderes asiáticos se han unido para un relevante concierto a efectuarse en una universidad estatal. La avidez sincera por evangelizar de éstos líderes espirituales es claramente notoria, y han decidido no reparar en gastos económicos. En esta premura, y con cierta ingenuidad, lanzan una pregunta muy frecuente entre evangélicos. La misma es comunicada inmediatamente por el manager al líder de la banda. El líder se ríe encubiertamente por unos segundos no pudiendo evitar el disfrute. El bajista observa con los ojos entrecerrados como comenzando a percatarse de algo. El líder se frota las manos y responde…
La cifra no importa.
Lo cierto es que, en las alturas sobre el océano atlántico, esta banda cree estar en ascenso, pero va en picada infernal.
La pregunta fue: ¿Cuánto es tu ofrenda?
Conclusión
Soy un convencido de que la mirada ministerial no debe estar divorciada del manejo profesional en la música cristiana contemporánea. Incluso la publicidad, el mercadeo, y las relaciones públicas, son tres disciplinas vitales y saludables que tienen su justo espacio espiritual.
Pero el concepto superficial de poner un «tributo santo» a cambio de un «show cristiano» es un viejo estigma apóstata que hay que erradicar de la comunidad de los santos.
El rey Salomón al final de sus días desencadenó una apostasía espiritual entre su pueblo. Una de sus decisiones equívocas entorno a las finanzas fue respecto de colocar un «tributo anual» de “666 siclos de oro”. Éste número “de bestia” devela un estigma perverso que se esconde detrás del mismo.
En el Nuevo Testamento leemos que los líderes del Sanedrín (fariseos) hicieron lo mismo en los tiempos de Jesús con el famoso «impuesto del Templo». ¡Jesús considero impropio este tributo!
“Porqué raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.” (1 Timoteo 6:10)
4 Comments
La historia no la entendí hasta leer la conclusión…excelente punch line! No importa cuantos siglos se disipen de la memoria de los viejos músicos. El principio de «mas vale dar que recibir» desafiara a mis tataranietos con el mismo ímpetu que lo hizo en esta conclusión.
Gracias Daniel por reflexionar sobre este tema, y que bueno que mencionas el viejo mundo. Hoy por hoy, Europa y la fortaleza del euro esta siendo un lugar muy codiciado para muchos ministerios que se quieren expandir. Eso no es malo, lo que es malo es amar lo que el país te puede dar, (una ofrenda), y no realmente al país que te recibe. Como alguien que vive y ministra en Europa he tenido que pagar un precio muy alto de credibilidad y confianza para demostrarle a los líderes que no vengo por una posición o una ofrenda. Unicamente luego de ver mi amor por la nación y mi integridad ministerial es que me han abierto las puertas para ministrar. Es triste ver a nuestros hermanos latinos con dones musicales de calidad desesperados por una ofrenda, y a veces perdiendo de vista que lo mas importante es dar lo que Dios te dio y hacer crecer el reino. Luego Dios decide de que manera te bendice…. y por supuesto que lo hace mucho mejor que una persona.
1 abrazo!
Hola Daniel, te envió un gran saludo desde Montreal-Canadá!!!!
Bueno a medida que leía la historia era como si una película comenzara a pasar por mi cabeza haciéndome recordar como muchos han logrado alcanzar lugares privilegiados y de influencia sobre una sociedad, pero solo se han quedado allí gozando de fama y las muchas ganancias que han alcanzado por la admiración humana y olvidado el objetivo y propósito principal por el cual comenzaron y se esforzaron. Sus mente están absorbidas por el negocio y la fama, sin duda alguna pienso que se les ha vuelto mas importante el negocio que las almas, resumiendo esto en pocas palabras han encontrado el negocio perfecto donde negociar su comisión por así decirlo junto a todas las condiciones y exigencias que es lo principal. Pareciera que el orar por la obtención de directrices correctas por parte de Dios no es tan importante, así que con esta actitud le recuerdan a Dios que mejor se quede en la iglesia y de los negocios ellos se encargan. Tal pareciera que el ejemplo que Dios nos deja en las escrituras referente a la actitud de todos esos grande hombre guerreros quienes antes de ir a una batalla, conquistar toda una Nación y ver ante sus ojos como por haber buscado la dirección de Dios sus ojos pudieron ver los muros de Jericó cayendo solo porque Dios los mando a dar vueltas y entonar cantos… woow creo que esto no es un simple asunto de negocios como muchos lo han querido convertir. Deberíamos recordar el caso del Rey Saúl el cual logro tener una posición y lugar de influencia, pero cuando comenzó a sacar a Dios de sus decisiones comenzó su gran caída, siguió por un tiempo siendo rey pero cada vez mas torpe porque Dios ya no estuvo con el, así que su OFRENDA fue demasiado baja y llena de desobediencia, cosa que no agrado al corazón de Dios…. Debemos reflexionar y medir a tiempo el valor de nuestra ofrenda en todo tiempo y mas aun cuando estemos en lugares muy altos y en posiciones estratégicas, no debemos descuidar ni por un segundo el objetivo por el cual Dios nos llamo, así que una aptitud adecuada es que centremos nuestra mirada en lo que apasiona el corazón de nuestro Creador !!!
El relato me pareció claro y entretenido… y sin embargo, me resultó ESCALOFRIANTE… pues aunque no puedo afirmarlo con certeza, entiendo que se parece demasiado a la realidad. Como dice Marcos Vidal, el Señor nos conceda la cordura de entender que el Verbo se hizo carne y descendió de la luz, que su camino fue hacia abajo y entregó su juventud…
Un abrazo, valor!!!!